Insectos de suelo: Monitoreo, características y niveles de daño en los cultivos de trigo y cebada.
El rendimiento de un cultivo está directamente relacionado con el aprovechamiento de la radiación solar incidente. El manejo correcto de la cantidad de plantas por hectárea asegura la obtención de coberturas vegetales adecuadas y uniformes lo que posibilita lograr una intercepción eficiente de la radiación incidente sobre el cultivo.
La densidad de plantas puede verse afectada durante el proceso de implantación, por insectos de suelo (complejo de gusanos blancos, gusanos alambres, etc.), y de la superficie (orugas cortadoras, hormigas, etc.), razón por la cual es importante lograr una adecuada protección de semillas y plántulas a través del uso de terápicos de semilla insecticidas.
Monitoreo de insectos previo a la siembra: 1er paso para obtener el stand de plantas deseado.
El sistema de siembra directa ofrece a los insectos de suelo un ambiente más favorable para desarrollarse debido a su preferencia sobre suelos compactos, con rastrojos en superficie, y porque no quedan expuestos a las bajas temperaturas invernales y aves predadoras. A su vez, los insectos superficiales también son beneficiados por este sistema de siembra ya que no son enterrados por las labores.
El muestreo de la cantidad de insectos presentes previo a la siembra es un dato importante para tomar la determinación de proteger al cultivo con terápicos de semilla insecticidas. Métodos posteriores tienen baja efectividad, sobre todo en siembras tempranas donde la temperatura de suelo y ambiental son lo suficientemente bajas como para retrasar la emergencia y el crecimiento del cultivo, condiciones éstas donde se manifiestan los mayores daños por este tipo de plagas.
Por otro lado, al momento de monitorear es muy importante tener en cuenta el ciclo de vida de los insectos de suelo y el momento en que producen el daño. A nivel general, los gusanos blancos, se encuentran presentes en el campo desde marzo como larvas del 1er estadio, luego en abril aparecen las larvas del 2do estadio para así llegar desde mayo - junio al 3er y último estadio larval, donde adquieren el máximo tamaño y se produce la mayor demanda de alimentos (daños al cultivo). Este estadio es el más largo y se extiende hasta octubre - noviembre, cuando se transforman en pupa y finalmente en adultos que emergen del suelo en diciembre (fig.1).
Fig.1: Diloboderus abderus. Estadio larval, pupa (macho y hembra) y adulto (macho).
Siguiendo con el ejemplo de los gusanos blancos, también es importante conocer que su distribución espacial es de forma agrupada dentro del lote por lo que la cantidad de muestreos dependerá del tamaño del lote, de la cantidad de insectos encontrada en los sucesivos muestreos, y del umbral de daño de cada cultivo. Dicho de otra manera, el número óptimo de muestras por lote será aquel que en muestreos sucesivos ya no modifiquen el promedio obtenido hasta ese momento o la decisión adoptada. En todos los casos la distribución es más homogénea cuanto mayor es la población/ m2.
En cuanto a su distribución en el perfil del suelo, también es muy importante saber que en el estrato superficial (sobre o debajo del rastrojo) es donde se encuentran orugas cortadoras, hormigas, bichos bolita, adultos de Coleópteros, chinches, babosas, etc. Por otro lado, en el estrato subsuperficial (0 - 10 cm) es donde en general podemos encontrar los gusanos alambres, grillos subterráneos, grillos topo, arañas, y otras especies del complejo de gusanos blancos como Cyclocephala spp, Anomala sp, Colaspis spp, Maecolaspis sp, etc; y también otros insectos benéficos como las avispas Tiphia y Scoliidae. Por último, en el estrato profundo (10 – 30 cm) es donde encontramos a Diloboderus abderus.
Pasos a seguir para realizar un correcto monitoreo de insectos previo a la siembra:
1 - Demarcar con pala la superficie a evaluar: La medida de 50 x 20 cm es suficientemente representativa y permite trabajar con el ancho de la pala (20 cm) y realizar más muestreos por lote. Esto significa 0,1 m2. Otra medida muy utilizada es de 50 x 50 cm equivalente a 0,25 m2.
2 - Separar el rastrojo dentro de la superficie marcada.
3 - Determinar cantidad de insectos del estrato superficial. Cortadoras, hormigas, bichos bolita, adultos de Coleópteros, chinches, babosas, etc.
4 - Realizar un leve raspado de la superficie de muestreo hasta los 10 cm de profundidad (fig.2). Opcionalmente se puede colocar esta tierra sobre un lienzo blanco que permita visualizar mejor a las plagas y facilita luego el tapado del pozo.
Fig.2: Raspado en superficie.
5 - Determinar la cantidad de insectos del estrato subsuperficial. Gusanos alambres, Pantomorus, especies de tamaño pequeño de gusanos blancos.
6 - Observar si existen galerías de bicho torito sobre la superficie raspada. En caso de que no encontrar, el recuento en esta estación finaliza.
7 - Si se encuentran galerías continuar con el raspado de la superficie hasta encontrar el insecto. No seguir a la galería fuera de la superficie de muestreo. Según condiciones de humedad y temperatura de suelo, el insecto puede encontrarse entre los 10 y 30 cm de profundidad (largo de la pala). (fig.3). Romper los terrones al devolver la tierra al pozo a modo de volver a revisar.
Fig.3: Búsqueda en largo de pala.
8 - Determinar la cantidad de bichos toritos presentes. No contar larvas enfermas y parasitadas (fig. 4).
Fig.4: Larvas enfermas.
9 - Determinar el promedio de cada especie/ m2.
10 - Determinar el Índice DILDAB.
Es muy importante lograr diferenciar Diloboderus abderus del resto de los gusanos blancos ya que su nivel de daño es muy diferente. A nivel general, desde el mes de mayo, el bicho torito se encuentra en su máximo tamaño (o cercano a ello), por lo que gusanos blancos mayores a 3 cm son Dilobobderus abderus (fig. 5). Por otro lado, en general el bicho torito tiene la cabeza rojo-oscura y es tan ancha como el cuerpo (“sin hombros”), mientras que en el resto la cabeza es naranja y más pequeña que el ancho del cuerpo.
Fig.5: Diloboderus abderus (+ grande), Cyclocephala signiaticollis.
Para poder diferenciar con mayor precisión se sugiere consultar la clave de identificación elaborada por el Ing. Jorge Frana de INTA Rafaela. http://rafaela.inta.gov.ar/publicaciones/clave_gusano_blanco.pdf
Otros indicadores que nos permitirán saber, con cierto margen de error, la presencia (pero no ausencia) de gusanos blancos son rodeos con menor población de malezas o falta de rastrojos, presencia de cuevas de peludo, y montículos de tierra fresca en superficie en general luego de una lluvia (no confundir con grillo subterráneo; la diferencia está en que este último tiene una forma de galería más elíptica y con 2 bocas: una de salida y una de entrada).
Fig.7: Montículos de tierra por presencia de galerías activas de gusanos blancos.
Índice Dildab.
Actualmente es muy común encontrar junto a bicho torito, no sólo a alguna de las otras especies de gusanos blancos, sino también a otros tipos de insectos de suelo como los gusanos alambres, pantomorus, etc. Por esta razón, es necesario relacionar el daño de estas plagas al daño “conocido” de bicho torito creando una equivalencia que fue definida como Indice DILDAB, donde en general se estima que el daño de:
1 Dilobobderus = 6 Ciclocephala sp, Anomala sp, Philocloenia sp.
1 Dilobobderus = 3 Pantomorus (Gusano arroz).
1 Dilobobderus = 1 Gusano alambre.
Niveles de acción:
Si bien este nivel puede variar en base al costo del cultivo y del tratamiento, entre otros factores, no deja de ser un valor orientativo que nos ayude a la hora de poder tomar una decisión. Distintos estudios han determinado como nivel de acción para los cultivos de trigo y cebada a 4 DILDAB/ m2; el mismo se basa en que son cultivos de alta flexibilidad vegetativa (macollan), y a su vez muy apetecidos por los gusanos blancos, pantomorus y gusano alambre.
El tiempo de convivencia insectos-cultivo en dichos cereales de invierno es de aproximadamente 5 meses. Siempre que hagamos el monitoreo más cerca de la fecha de siembra tendremos una estimación más precisa de la situación de insectos en el lote, ya que habrá contemplado la muerte de la plaga por parásitos o enfermedades. De todas maneras, y en términos generales, se considera que disponemos de 2 meses para realizar el monitoreo antes de la siembra de trigo y cebada.